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¿Cómo actuar, y cómo no, en caso de traumatismo de tu perro o gato?

Con la llegada del buen tiempo, y la apertura de ventanas y balcones, se produce un incremento de lo que, en jerga veterinaria, coloquialmente se conoce como “gatos paracaidistas”. Y es que, dada la naturaleza curiosa de los gatos, y a pesar de sus increíbles reflejos, son propensos a sufrir accidentes por caídas desde altura, ya que suelen asomarse a las ventanas y desplazarse por barandillas de balcones, y a veces quieren atrapar a algún pájaro o insecto, pierden el equilibrio y caen al vacío.

Al contrario de lo que podría pensarse, una caída desde un piso más bajo puede acarrear lesiones más graves que una caída desde un piso más alto. Esto se debe a que los gatos necesitan un tiempo para recuperar su posición durante la caída, para caer de pie.

En las caídas desde altura, lo más frecuente es encontrar lesiones a nivel de la cara (mandíbula, paladar). Por ese motivo, es común ver que el gato sangra por boca y nariz. También es habitual que se produzca contusión pulmonar y una hernia diafragmática por rotura del diafragma, pudiendo apreciar en una radiografía que parte del contenido abdominal está desplazado dentro del tórax.

Los perros no suelen caer de los balcones, pero en ocasiones se dan casos de animales que, presas de pánico ante un estímulo negativo (como por ejemplo, un petardo), en un intento de escapar, salten por una ventana abierta o terraza y se precipiten al vacío. En estos casos, podemos encontrar lesiones variables, desde un solo el golpe y algunas heridas superficiales, a fracturas, luxaciones, lesión de ligamentos o lesiones internas más graves.

Los perros con mayor frecuencia sufren caídas desde zanjas o terraplenes, bien por caída como tal, bien por saltar pensando que su altura era menor. También se puede dar la circunstancia, en el caso de perros de tamaño pequeño o mini, de una caída desde los brazos o desde el sofá, ocasionando fracturas de patas o incluso un traumatismo craneoencefálico.

Evitar asustarlos y moverlos de forma brusca.

En el momento que el perro o el gato ha sufrido el accidente es muy importante mantenerlo lo más quieto posible y evitar cualquier tipo de manipulación o movimiento bruscos, especialmente si sospechamos que puede haber sufrido una fractura. Es normal que el animal esté asustado, por lo que se recomienda precaución a la hora de aproximarnos a él, ya que al sentir dolor, es previsible que reaccione agresivamente o intente huir. Debemos acercarnos lo más cuidadosamente posible, evitando movimientos que pudieran asustarlo todavía más. En el caso del perro, puede ser conveniente colocarle algún tipo de bozal. Y en el caso del gato, puede resultar favorable envolverlo en una toalla.

Ante todo, lo más importante e inmediato es acudir al veterinario para que proceda a una revisión urgente de su sistema respiratorio, neurológico y cardiovascular, así como la determinación de posibles lesiones en huesos, articulaciones, etc. Para desplazarlo al veterinario, se recomienda ponerlo en alguna superficie dura y no flexible que pueda hacer la función de camilla (plancha de madera, etc.), subiendo al animal cuidadosamente, pasando nuestras manos bajo su hombro y bajo su muslo. Debemos asegurarnos de que permanece inmovilizado durante el viaje.

En algunos casos, tu mascota requerirá de cirugía. En otros casos, quizá la estabilización de las fracturas y desinfección de heridas superficiales.

Tras un traumatismo, es muy importante la observación durante las 24h siguientes.

Prevención, la mejor compañera.

Para prevenir que tu mascota sufra lesiones como consecuencia de una caída desde altura, se recomienda proteger ventanas y balcones. Para ello hay diversas opciones: redes de seguridad para gatos, mosquiteras, rejillas protectoras, celosías, etc.

Otra de las causas más frecuentes de traumatismos en perros y gatos son los atropellos por vehículos de motor, en los que los animales son golpeados, arrollados o arrastrados por una moto, coche o camión. A menudo estos accidentes ocasionan lesiones graves y la tasa de mortalidad es elevada debido a muerte súbita. A veces, las lesiones son muy graves e incompatibles con la vida y provocan un gran sufrimiento al animal, por lo cual el veterinario aconsejará la eutanasia.

En el caso de verte implicado en un atropello, o de que tu mascota sufra un atropello, lo primero que hay que hacer es socorrer al herido, tratando de retirarlo de la calzada para evitar más accidentes. Para ello, si está consciente, como se ha indicado anteriormente, hay que aproximarse con cautela ya que, debido al miedo y al dolor, podría morder o intentar huir. Puede ser útil tapar la cabeza del animal con una prenda de ropa. Evitaremos cualquier tipo de manipulación brusca.

Si el animal no está consciente, intentaremos valorar su pulso a nivel cardíaco (apoyando nuestra mano sobre el área del pecho para percibir el latido cardíaco) y en la cara interna del muslo cerca de la zona donde la pierna se une al cuerpo (pulso de la arteria femoral), así como también trataremos de observar si respira de formar regular. Puede ser de ayuda colocar el cuello extendido para facilitar la respiración.

En los casos de atropello, es habitual que se produzcan fracturas de huesos, siendo las más frecuentes: fractura de radio y cúbito, fractura de fémur, fractura de tibia y peroné, fractura de cadera y fractura de costillas. Dichas fracturas pueden ser abiertas (hay exposición del hueso a través de la herida) o cerradas (no hay exposición del hueso). En el caso de las fracturas abiertas, con objeto de evitar mayor contaminación bacteriana, debemos cubrir la herida con una tela, vendaje o similar. Si la fractura es cerrada, intentaremos inmovilizar la zona inestable para evitar daños mayores en los tejidos.

Tenemos que dirigirnos rápidamente hacia un centro veterinario, a ser posible que cuente con servicio de hospitalización de cuidados intensivos. Para desplazar al perro o gato al veterinario, tal y como se ha mencionado en el caso de los traumatismos por caída desde altura, se recomienda ponerlo en alguna superficie dura y no flexible a modo de camilla, de forma que permanezca lo más inmovilizado posible durante el viaje.

Aunque parezca que el animal no ha sufrido lesión alguna, no debemos confiarnos: es mejor acudir a una clínica veterinaria donde le efectúen las pruebas oportunas para detectar o descartar la existencia de lesiones. Así, por ejemplo, un fuerte golpe en el tórax puede tener como consecuencia un compromiso respiratorio al cabo de unas horas.

Por último, recordar que, antes de abandonar el lugar del atropello, se debe avisar a Policía Municipal o Guardia Civil para que realicen las averiguaciones correspondientes de cara a las posibles responsabilidades y trasladar al animal a una clínica veterinaria lo antes posible. Si por el estado del animal no se pudiera esperar, tomaremos nota de los datos de los implicados en el accidente para poder realizar la denuncia pertinente.

Amanda Sanz Fernández-Salguero.

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